Kategorie: Cuentos

Esperándome

Joaquin viajaba en su carro, los vidrios polarizados no dejaban se introdujera la poca luz que brincaba jugueteando en los charcos de agua de la calle. Mojandolo todo con motas de colores rojos, rosas, azules, amarillos. Iba perdido en sus

Igualdad

Hace muchos años, más o menos como 73, vivía en un país muy bello. Alemania siempre se ha caracterizado por tener enormes y maravillosos paisajes, verdes en verano, calurosos, llenos de flores y hermosos pastizales. En invierno las praderas se

Brim 5 – Sin Tiempo

Salí del baño, recogiendo la ropa tirada en el camino. Acerqué la playera a mí pecho y la abracé, las lágrimas estaban aún dormidas. Seco, abrí el cesto y aventé dentro la playera junto con la demás ropa. Caminé fuera

Los Humanos

Satanás, abriendo sus alas y empuñando a Excalibur en su mano derecha lastimada por la batalla, emprendió el vuelo hacia dios. Alcanzandolo en los cielos, satanás tiro de su brazo hacia atras y con toda la inercia lanzo el golpe

Brim 4: Soñandote

„¿Por qué me alejo de esa luz?“ — dije desconcertado. „¿Es acaso esa luz, de la que tanto hablan cuando uno muere?, ¿Eso quiere decir entonces que estoy muerto?“ Mi cabeza daba vueltas, me sentía cayendo dentro de un remolino

Brim III

No recuerdo como empecé a amarla. Solo sabía que lo hacía. Quien es ella tampoco lo recuerdo. Ha pasado tanto tiempo, que lo he olvidado. O al menos es intento, procuro olvidarla, procuro no llamarla, procuro no recordar su indómita

Serpiente a Alebrije

„Qué es esto?“ — me pregunté. Estaba todo oscuro. No sabía que era ni donde estaba. Estaba cansado, así que me estiré. En ese instante escuché un crujido. Había sido yo?. Me sentía apretado, así que cobijado bajo aquél inmenso

Brim II

Sentía como unas frágiles manos se enroscaban en mi cuello, como si fuera una serpiente temerosa. Sus manos temblaban de miedo me imagino, cálidas como un sol de primavera, lentamente su odio se sentía en sus calidez, sus extremidades se

Brim I

“Quisiera no pensar…” — pensé. “Vaya ironía” — exclamé en voz alta, mientras dibujaba una cínica sonrisa con mis pensamientos que bailaban alrededor de fatua fogata, que algunos llaman amor. Quisiera no pensar…” — continué mi pensamiento — “¿Para qué?”

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